Vuelves
y te llevas el mechero contigo, previo aviso,
en mitad de un atraco a punta de barra de labios.
Hay personas que siempre
se llevan consigo algo de ti.
Como en una capsula temporal,
un cofre de instituto desenterrado en las bodas de plata,
como si aún fuera dos mil catorce, como si aún me quisieras.
Con ese cariño, en la comodidad de lo absurdo disfrutar
de ese conjunto de confidencias que ofrece el tiempo juntos.
Con ese olor, que tantas veces he perseguido desde entonces
sin saber por qué,
diciéndome que terminaste mi canción, que quieres grabar el disco
que ni tan mal. Todo. Que te alegras, que hay cosas
que nunca cambian.
Y te vas, de nuevo,
y lo entiendo:
tenías que llevarte el fuego contigo.