“Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.”
Miriam Reyes
Poco queda ya de la París de los cuentos
Sólo unos cuantos transeúntes decorando los graffitis de la A15,
paradas de metro malgastando la luz que les falta
y la sombra de un titán de hierro que
como un recuerdo o una cicatriz,
se vislumbra desde cualquier punto de La Ciudad de la Luz.
Sólo Cezanne, sólo Monet
haciendo arte de tus pupilas ilusionadas de niña pequeña,
el Sena, amante tímida ronroneando
a las parejas
los secretos que guardan sus llaves,
y el fantasma de los artistas caídos
llorando sobre los paraguas y las gorras “I love París”
que compraron en lugar de sus obras.
Tal vez unos niños
jugando en un carrusel por Montmartre
mientras aprenden, de las paredes
a decir je t’aime en idiomas que puede que nunca entiendan
y policías, asustados asustando
con el mismo arma de la que juran la defensa:
el miedo.
Poco queda ya de la París de los cuentos
Quizá sólo las ganas de quedarme
o irme para plantearme el lujo de volver.
Puede que ese París alicatado y alejado de los banlieus no sea más que un mero cuento.
Buenísima.